Portugal ha sido testigo de una notable recuperación de su economía y del mercado laboral, lo que ha generado una considerable cantidad de puestos de trabajo. La experiencia del país demuestra que existen alternativas a la consolidación fiscal, además de las políticas de “austeridad” que se centran en la reducción de los déficits gubernamentales y la acumulación de deuda. Las autoridades de otros países podrían aprender del caso de Portugal.
Por Guy
Ryder, Director General de la Organización Internacional del Trabajo
Portugal ha logrado reincorporar a 500.000
trabajadores en el mercado laboral desde el momento más crítico de la crisis
económica y financiera que afectó a personas en todo el mundo. Redujo la tasa
de desempleo de 17,5 por ciento en enero 2013 a solo 6,7 por ciento en el
segundo trimestre de 2018.
Si bien el país ha adoptado muchas de las
políticas de consolidación fiscal y de ajustes estructurales impuestas por las
instituciones internacionales, su combinación única y equilibrada de políticas
ha permitido consolidar la recuperación y hacerla sostenible. Esta combinación
incluyó un fuerte apoyo a los desempleados, el aumento del salario mínimo, la
protección de los derechos de los trabajadores y la consulta con los
interlocutores sociales.
Desde que asumí el cargo de Director General de
la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en octubre 2012, la economía
mundial se ha recuperado lentamente de la más profunda recesión en casi cien
años. Estos últimos años se han caracterizado por un crecimiento negativo en
muchos países, débil en otros, y una recuperación lenta. Con el inicio de la
crisis financiera mundial en 2007, muchos gobiernos estuvieron dispuestos a
apoyar el sector privado rápidamente con planes de rescates, a fin de contener
los riesgos sistémicos para la economía inducidos por las acciones de las
instituciones financieras y de seguros. En Europa, a esta crisis le siguió una
crisis de la deuda soberana que afectó de manera particular a algunos Estados
miembros de la zona del euro.
Frente a la ansiedad y volatilidad de los
mercados financieros, diversos países de la zona del euro solicitaron la ayuda
de las instituciones europeas e internacionales a fin de garantizar la
financiación de sus deudas. A cambio de este apoyo financiero, los países
tenían que adoptar programas de ajuste estructural rigurosos que exigían una
rápida consolidación fiscal y cambios legislativos, que con frecuencia tuvieron
efectos negativos sobre los trabajadores.
La OIT ha instado a adoptar objetivos económicos
más amplios, que vayan más allá de los coeficientes de deudas y los déficits
por cuenta corriente. Apoyamos una recuperación “productiva” basada en las
inversiones, el empleo y la protección social – combinada a políticas
macroeconómicas favorables – para generar un crecimiento equitativo e intensivo
en empleo.
El informe de la OIT, Decent
Work in Portugal 2008-18 – from crisis to recovery (Trabajo decente en
Portugal: de la crisis a la recuperación), que presentaré en Lisboa
el 16 de octubre, junto al Primer ministro Antonio Costa, demuestra que un enfoque
equilibrado puede producir resultados. Este informe confirma la idea defendida
por cada vez más expertos según la cual el tratamiento prescrito por los
programas de ajuste estructural tiene limitaciones que, en algunos casos, hasta
pueden frenar la recuperación y hacer que los ajustes sean más dolorosos.
El estudio pone en duda la opinión general de
que se puede acelerar los ajustes y recuperar la competitividad internacional
con rapidez simplemente a través de la reducción de los costos del trabajo y la
flexibilización de los mercados laborales. Naturalmente, las políticas que
mejoran el clima empresarial y el acceso a las finanzas fueron cruciales para
sostener el fuerte crecimiento de las exportaciones en Portugal. Pero la rápida
reintegración de los que perdieron el empleo en el mercado laboral, el
mantenimiento del salario mínimo para apoyar el ingreso y la demanda interna,
así como las inversiones en el desarrollo de las competencias también
desempeñaron un papel decisivo en el proceso de recuperación.
Paralelamente, la protección relativamente
fuerte del empleo de los trabajadores no parece haber obstaculizado la
recuperación. Los resultados de nuestra investigación ponen en tela de juicio
la idea de que una mayor flexibilidad del mercado laboral es el único camino a
seguir.
En último lugar pero no menos importante, el
estudio muestra que el diálogo social entre el gobierno, los empleadores y los
trabajadores es esencial para una recuperación económica exitosa, ya que las
políticas resultantes se basan en un acuerdo social más amplio. El diálogo
social resaltó los costos sociales de la consolidación fiscal y la importancia
de apoyar los salarios y los ingresos para estimular el crecimiento económico.
Esto contribuyó a crear una respuesta nacional única y a obtener el apoyo de
los principales actores de la economía, en particular de los interlocutores
sociales.
Esto no significa que Portugal debe dormirse en
los laureles. Todavía hay un número de trabajadores precarios
significativamente más alto que antes de la crisis y, en especial, los jóvenes
y los desempleados de larga duración siguen teniendo dificultades para
encontrar empleos decentes. La deuda externa del país sigue siendo alta. Sin
embargo, este informe muestra que es posible mantener una política fiscal
responsable y dinámica, reducir progresivamente la deuda y, a la vez, mejorar
el rendimiento del mercado laboral a través de gastos específicos, y garantizar
una adecuada protección del empleo y del ingreso.
Los responsables de la toma de decisiones del
mundo deberían preguntarse a servicio de quién debería estar la economía en
última instancia. Si bien en Portugal persisten algunos desafíos relativos a la
calidad y la sostenibilidad de los empleos, la experiencia del país constituye un
excelente ejemplo de una respuesta alternativa a la crisis financiera y de la
deuda soberana, que pone a las personas al centro de las políticas. Aporta
enseñanzas que son pertinentes para los países en todo el planeta.
Lo que nos enseña la experiencia portuguesa es
que es necesario incorporar al debate una variedad mucho más amplia de
consideraciones políticas. Un crecimiento económico sin empleos decentes
debilitará la cohesión social y, finalmente, el crecimiento mismo. Abarcar las
diversas dimensiones de los objetivos de desarrollo sostenible es un imperativo de nuestro tiempo.
Portugal es un caso ilustrativo, nos enseña que es necesario buscar la
combinación acertada de políticas macroeconómicas, de empleo y formación a fin
de garantizar un futuro sostenible para todos.