El síndrome del edificio enfermo supone la presencia de síntomas de malestar en los empleados, atmósferas muy resecas, cerradas y contaminadas, y excesivo ruido. Se define como el conjunto de enfermedades originadas o estimuladas por la contaminación de espacios cerrados. Es un concepto que nació en la década de los ochenta, momento en el que se detectaron problemas masivos en los trabajadores de algunos edificios de oficinas de Londres, Manchester o Liverpool. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta al 30% de los edificios.
Podemos hablar de edificio enfermo cuando se den las siguientes circunstancias:
- Cuando nos encontramos los siguientes síntomas en los empleados: mareos, jaquecas, náuseas, irritación de piel y ojos, erupciones, somnolencia, problemas de respiración, alteraciones del gusto y el olfato, etc, además de la lipoatrofia semicircular, un trastorno que afecta a la uniforme acumulación de la grasa en la piel y cuyo origen se cree que proviene del exceso de superficies sintéticas y metálicas.
- Cuando más de un 20% de los ocupantes del edificio se queje por temas relacionados con la salud que resulten difíciles de identificar, y eso síntomas desaparezcan o se aminoren al estar fuera del edificio unos días.
- Cuando las atmósferas estén muy resecas, cerradas y contaminadas, principalmente en edificaciones herméticas que tienen sistemas centralizados de ventilación, ventanas que no se abren o moquetas en los suelos, paredes enteladas. En este tipo de instalaciones no se intercambian gases con el exterior y el aire recircula alimentándose de partículas contaminantes biológicas (ácaros, moho o esporas de bacterias) y químicas (polvo y otros agentes presentes en pegamentos, pinturas o productos de limpieza, como el formaldehído, el benceno y el tricloroetileno).
Según los expertos, el síndrome del edificio enfermo es totalmente reversible, pudiendo aportar las siguientes soluciones:
- Mejorar las ventilaciones entre el interior y el exterior: limpiar los conductos de ventilación con regularidad y acabar con los circuitos de aire recirculado de los calefactores y los aires acondicionados.
En el caso de que no puedan abrirse las ventanas deberemos buscar nuevas formas de airear el espacio, por ejemplo incorporando algunas especies vegetales expertas en purificar el aire como la palma de bambú, la planta de araña, la hiedra o el ficus.
- Limpiar o sustituir las superficies que acumulen contaminantes, principalmente si son rugosas o sintéticas. La mejor opción en este caso es sustituirlos por materiales más lisos que resulten más fáciles de limpiar.
- Crear un ambiente con la humedad adecuada, entre el 40% y el 60% de humedad. En este caso los humidificadores son una buena opción.
- Controlar los olores, pues el exceso de olfs, o lo que es lo mismo, la medida de olor por persona, es igual de nocivo que la contaminación ambiental.
- Usar productos de limpieza ecológicos, promoviendo la sustitución de los artículos de limpieza con sustancias químicas tóxicas por otros sin aditivos, mucho menos nocivos para la salud.
- Sustituir algunos materiales de baja calidad empleados en la construcción del edificio por otros de mejor calidad.
- Eliminar los ruidos molestos invirtiendo en acondicionamiento acústico.