El pasado uno de mayo se celebró el Día Internacional de los Trabajadores o Día Internacional del Trabajo.
Es una fecha en la que se reivindican los derechos de los trabajadores y que tiene su origen en las revueltas de Chicago de 1886, en las que se reclamaban mejores condiciones laborales y una jornada laboral de ocho horas, bajo el lema Ocho horas para el trabajo, ocho horas para el sueño y ocho horas para la casa.
En la actualidad se celebra el uno de mayo oficialmente en ochenta países y extraoficialmente en otros muchos, mientras que en Estados Unidos y Canadá se celebra el denominado Labor Day el primer lunes de septiembre.
Es una efeméride instituida en París en 1889, en el Congreso Obrero Socialista de la Segunda Internacional en homenaje a los denominados Mártires de Chicago, aquellos que murieron en la huelga de 1886 en la mencionada ciudad estadounidense.
En 1884 los sindicatos mayoritarios en EEUU, la Noble Orden de los Caballeros del Trabajo y la Federación Estadounidense del Trabajo, establecieron en un plenario que el uno de mayo de 1886 sería el último día de plazo para que los empresarios establecieran la jornada de ocho horas, como exigía la llamada Ley Ingersoll, promulgada por el gobierno. Ante la resistencia de las empresas anunciaron que el día elegido se haría una huelga general que derivó en una serie de disturbios y acabó con un policía y varios trabajadores muertos, además ocho de los manifestantes fueron juzgados, de los que tres fueron condenados a prisión y los otros cinco a morir ahorcados, los denominados Mártires de Chicago. Tras los acontecimientos, se fue implantando paulatinamente la jornada laboral de ocho horas.